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El Jafam III engalanado antes de la partida en el puerto de Badalona |
solo por su connotación histórica ya que fue donde siempre hizo la última escala Cristóbal Colon en sus cuatro viajes al nuevo mundo, sino también porque igual que él hacía, es el lugar más práctico para realizar los avituallamientos y la última preparación del barco para la derrota que se va a iniciar. De hecho parece ser que ese fue el motivo por el que tuvo lugar el intento de conquista de la Isla de Tenerife por el almirante Ingles Nelson, acoso que resistieron y vencieron los chicharreros al gran almirante y en cuya batalla perdió el brazo.
Hay otras alternativas como las de hacer otra escala en las Islas de Cabo Verde o la más intensa y arriesgada que es la de hacerla sin escalas directamente desde el punto de partida en el continente, la cual no es muy habitual en los navegantes de crucero y solo se practica en las grandes competiciones de altura.
El viaje de aproximación desde Badalona a Gran Canaria (Puerto de la Luz) para alcanzar las Islas supuso un total de 1990 millas ( kilómetros), de navegación, partimos el día 1 de noviembre de 2013, fecha en que estaba prevista de salida y cuya travesía también preveíamos en unos 15 días hasta las Islas que alcanzamos el 15 de noviembre, pero como no podíamos entrar en el Puerto deportivo de Las Palmas hasta el día 23 en que tenía lugar la salida la Atlantic Race Cruisier (A.R.C.), aprovechamos para hacer algo de turismo en Lanzarote y Fuerteventura y llegando a fondear la rada de Puerto de la Luz el día 21 de noviembre, justo a punto para presenciar la salida de la A.R.C., regata que se celebra anualmente con el partida el tercer domingo después del primer lunes del mes de noviembre, en que oficialmente acaba la temporada de huracanes. Ese día, más de un par de cientos de veleros de todas condiciones y diversas nacionalidades inician la aventura de cruzar el Atlántico hasta Rodney Bay en Santa Lucia.
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Con Fernando y Terenci a la salida de Badalona |
La aproximación a las Palmas duró 22 días en la que como en toda derrota hubo condiciones de navegación diferente Nuestra intención primera intención era alcanzar las costas de Ibiza para aprovechar los vientos dominantes que llevan al estrecho de Gibraltar, habíamos calculado la mejor ruta con un programa de routing que establece una derrota calculando las isócronas con las direcciones prevista de viento, pero no deja de ser un programa teórico que se basa en un cálculo de probabilidad y la realidad fue que durante el día fue bastante bien pero por la noche la cosa cambió y con rumbo a Ibiza el viento era de proa y con 23 real y nos obligaba a arrumbar a Mallorca en angulo de ceñida, al tiempo que recibíamos en el Navtex un aviso de temporal en la zona que estaba nuestra derrota. La decisión fue cambiar de rumbo y alejarnos de la zona por prudencia y por no castigar demasiado los cuerpos de los dos tripulantes noveles que se habían incorporado a la travesía y especialmente Fernando que lo estaba pasando bastante mal y se pasaba las horas tumbado en la litera boca abajo para evitar los mareos. En este trayecto tuvimos la primera anécdota, en uno de esos intentos por mantener la estima personal se levanta de la litera y entra en el lavabo que estaba situado a estribor, al tiempo que el barco da un bandazo y el cuerpo acomodado en el trono con poco control toma impulso y es lanzado con fuerza contra la puerta del lavabo que golpeada por los noventa kilos de peso corporal salta de cuajo de su anclaje y queda tendida en el suelo de la camareta junto con Fernando que a duras penas intentaba recuperarse del desequilibrio y de la sorpresa.
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Fernando destrozó la puerta |
Con la puerta del lavabo atada al puntal del palo continuamos ruta SW pasando a la vista de las Columbretes, el tiempo no era malo y apenas había viento... por los visto nos habíamos alejado lo suficiente de la depresión. Continuamos el descenso a ratos a motor, a ratos a vela para ganar derrota. En la madrugada del 2 al 3 y estando Terenci de guardia, me avisa que el barco no avanzaba, subo a cubierta y efectivamente estábamos parados con una ventolina con la que deberíamos tener mas que suficiente como para ir al menos a cuatro nudos. Arranco el motor y doy avante sin conseguir que el barco se mueva, la noche era bien oscura aunque no muy lejos de estribor se dibujan las siluetas fantasmagóricas de una mole que en la oscuridad se me antojó que era el macizo de la Isla de Benidorm, la deriva nos había deslazado hacia tierra y la inexperiencia de Terenci no había previsto de corregir en rumbo, nos habíamos acercado tanto a tierra que probablemente habíamos enganchado algún trasmallo. En la oscuridad de la noche, forcé el motor en varias direcciones, estábamos enganchados, si forzábamos mas el motor teníamos el riesgo de que fuese lo que fuese que estaba enganchado bloquease la hélice y nos quedásemos sin motor y el viento nos arrojaría contra la mole de tierra que tan cerca estaba, pero de igual manera aunque la agonía seria mas larga el viento nos arrastraba, era demasiado pronto para tener un incidente, en aquella oscuridad era impensable que me arrojase al agua a desenredar y si lo tenia que hacer daba igual, o casi, que estuviese la hélice bloqueada, tomé la decisión primero de intentarlo con el motor, después del varios intentos y cambiar varios rumbos el barco se liberó y comenzó a caminar, sentí un gran alivio y mandé a Terenci a la cama, yo estaba totalmente despejado y la excitación de los momentos vividos me había hecho recuperar todos los sentido. El viento subió al amanecer y poco después soplaba con intensidad, con motor contra el viento avanzábamos poco y como no quería salir a mar abierto con la borrasca que anunciaban que estaba por allí puse rumbo a tierra navegando a vela con buen ritmo, alcanzamos el puerto de Villa-Joyosa donde amarramos.
Como la previsión meteorológica continuaba desfavorable para los
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El peñón de Ifach |
próximos días decidimos tomárnoslo con calma y hacer un poco de turismo. Paseamos por Villa-Joyosa, nos fuimos en tren hasta Calpe donde degustamos una excelente mariscadas comportándonos como auténticos guiris al abrigo del peñón de Calpe y disfrutando de la estancia en tierra.
El día 6 después de dar cuenta con un buen desayuno y como la previsión meteorológica abría una ventana favorable, desatracamos y nos dirigimos a la gasolinera aprovechando para reponer el gas-oil que habíamos consumido. Navegábamos en ceñida todo lo que podíamos, pero el aparejo del Puma 37 era para vientos portantes, con una génova muy grande y la mayor reducida le hacía que el centro velico estuviese muy adelantado al centro de deriva y la resultante era que el ángulo de ceñida el barco era muy abierto y tenia pocas prestaciones en ángulos inferiores a los 60-70º. Así que de vez en cuando para corregir el abatimiento que nos acercaba a tierra pongamos el motor para ayudar el impulso de la vela. Cruzamos la bahía de Alicante a vela y motor hasta que nuestro encuentro con tierra era inevitable, quitamos vela y cambiando el rumbo navegamos a motor para alcanzar la Isla de Tabarca que la dejamos por babor para volver a nuestro rumbo de derrota. Cuando cruzábamos el río de agua que separa la isla de tierra nos encontramos con decenas de gavias que sembraban el espacio fuera del balizamiento que marcaban las cartas náuticas, sorteamos los flotadores amarillos que sembrados estaban en el mar y continuamos rumbo. Frente al cabo de La Nao, de noche, navegábamos fuera del sector señalizado de trafico y tierra, viendo como los grandes barcos mercantes y petroleros nos pasaban por la banda de babor y por estribor el continuo movimiento de los pesqueros que navegaban sin AIS, solo con el correr de las luces de un lado para otro nos hizo pasar gran parte de la noche en vela. A las 3:00 horas cruzamos el cabo de Palos y el espacio empezó a ensancharse y tranquilizar el estado de ánimos, pero al amanecer comenzó de nuevo el viento de proa que fue subiendo hasta alcanzar unos quince nudos, que el aparente de proa lo convertía en 19-20 porque no conseguíamos avanzar a mas de 4 nudos si poníamos rumbo abierto, y a ese rumbo y en esas condiciones de navegación lo mejor era entrar en el puerto de La Garrucha.
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Atracados en el puerto de La Garrucha |
El puerto de la Garrucha es un puerto comercial destinado al cargamento y trafico de áridos que se extrae de las canteras existentes en las estriberías de la Sierra de Gata, al norte de Carboneras, donde aprovechando el gran espacio interior la Junta de Andalucía construyó un puerto deportivo que prácticamente es usado durante la temporada de verano y que en desde otoño a primavera permanece prácticamente vacío. En todo el espacio disponible para amarres solo lo ocupábamos tres barcos y los servicios aunque provisionales estaban bien cuidados. En torno al puerto hay el asentamiento poblacional del municipio de La Garrucha, muy cuidado y con aspecto de buen nivel económico de sus residentes, con restaurantes y cafeterías de cierto nivel, cenamos en uno de ellos en plan tapeo y resultó agradable.
A la mañana siguiente emprendimos la marcha, a motor, estábamos muy cerca de costa y protegidos por la enorme mole de la Sierra de Gata, pusimos la caña y comenzamos a hacer el curry mientras disfrutábamos del paisaje y comentando los intentos de destrozo del entorno natural cuando pasamos por delante de una urbanización abandonada en estructura que contrastaba con alguna edificación solariega dispersa construida hace años que conservaba su encanto integrada en el paisaje. Vimos que se acercaba una embarcación a motor por la popa, al acercase un poco mas divisamos que era una patrullera y no me sentí cómodo así que con discreción puse unos graditos a babor observando si tenían intención de seguirnos, pareció que no aunque no las tenía todas conmigo, sobre todo por llevar lanzada la caña ya que toda la documentación estaba en regla. La patrullera nos pasaba por estribor a menos de medio cable cuando el carrete comienza a lanzar el zumbido característico de haber pescado, era imposible que con el ruido del motor lo escuchase la
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Fernando pesa el bonito |
patrullera pero con disimulo eché el freno y bajando la punta de la caña a posición horizontal comencé a recoger carrete, pero ellos iban a su bola viraron ligeramente a estribor para dirigirse hacia las instalaciones del Algarrobico mientras nosotros subíamos a bordo un precioso bonito de 2,5 kg que mas tarde daríamos cuenta. Ya tranquilos pusimos también rumbo al Algarrobico para ver de cerca el desastre medioambiental que en su día autorizó el Ayuntamiento de Carboneras. Cuando nos acercábamos vimos como los tripulantes de la patrullera sacaban del agua unas cosas que tenían aspecto de gavias, prudentes nosotros preferimos alejarnos y no ser testigos de lo que allí estaba pasando. Tomamos rumbo a mar abierto pero al salir del refugio del macizo montañoso el viento soplaba fuerte, era ya mediodía y no nos apetecía hacer demasiados esfuerzos, navegaríamos de noche que los vientos calmaban a la vez que nos dirigíamos a la Ensenada de Rodalquilar también llamada El Playaso desde tierra para fondear y donde dimos buena
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Marmitako |
cuenta del bonito que habíamos pescado haciendo un marmitako que degustamos complacientes.
Al atardecer levamos ancla, fuera aún hacia viento que como siempre nos venía de proa pero se notaba que poco a poco languidecía, solo con la mayor y el motor fuimos haciendo ruta, la luz del Cabo de Gata comenzó a divisarse cada vez mas cerca lo doblamos a 21:15 ya anochecido, lo que resaltó el espectáculo de cruzar uno de los mas famosos cabos de la península con su encanto de luces y señales náuticas.
Navegamos a motor toda la noche mientras que no muy lejos teníamos todo un espectáculo de luces de la bahía de Almería, pasamos Almerimar y seguimos próximos a la costa hasta Motril, puerto al que entramos para repostar, había un cuarto de depósito pero con el ritmo de motor que llevábamos no convenía apurar mucho. Ya amanecido entramos en el Puerto de Motril, un puerto comercial dependiente de la comunidad autónoma, al final del puerto se encuentra el Club Náutico, modestas instalaciones aunque con personal muy amable, consta de tres pantalanes y el muelle ciego donde se encuentra la
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Repostando en el Club Náutico de Motril |
gasolinera donde entré hasta que observé que la boca de llenado del depósito quedaba al lado contrario del surtidor y además podría tener dificultades para salir haciendo atrás. En el mismo punto de la gasolinera inicié una ciaboga que me salió bordada, con la proa y la popa rozando las amarras de los barcos pero sin alcanzar ninguna y atracando el barco por estribor y la proa a la salida del angosto canal que formaban las embarcaciones amarradas. Desayunamos espléndidamente en las instalaciones del Club donde por ser sábado había un animado ambiente y emprendimos nuevamente la marcha después de despedirnos del encargado de la gasolinera que amablemente nos había permitido que dejásemos el barco allí mientras íbamos a desayunar.
La navegación no duró mucho, no había transcurrido una hora de la salida a motor cuando observo que no hay carga de corriente; entro en el pañol, abro el compartimento del motor y observo que la correa del alternador esta suelta. Con el motor parado observo que el alternador también colgaba, se había roto el soporte que sujetaba al alternador y este al desprenderse había perdido la tensión y no trabajaba. Era una avería que no se podía reparar navegando porque requería soldadura así teníamos que volver a tierra, había un problema añadido y es que al ser sábado difícilmente encontraríamos un profesional que nos lo pudiese reparar. Llamamos al Club Náutico de Motril que nos dieron respuesta rápida aunque no nos pusieron con ningún profesional nos dijeron que si la cosa no era muy complicada el marinero del puerto nos lo podría solucionar. Cuando nuevamente alcanzamos las instalaciones del club ya nos esperaba el marinero, que no era otra persona que la misma que nos había atendido en la gasolinera, indicándonos un amarre libre para que pudiésemos atracar. Desmonté el soporte del alternador y el marinero con muy buena voluntad mas que oficio realizó una soldadura que lo dejó útil para volver a montar y proseguir la marcha, intenté pagarles los servicios y no lo aceptaron por lo que my reconocimiento y agradecimiento al personal del Club Náutico de Motril ha de constar.
Caía el sol cuando re-emprendimos la marcha con la mar plana y nada de viento, todo funcionaba bien y al anochecer comenzó a levantarse una ventolina de tierra que nos puso contentos mientras el Jafam se animaba cada vez mas y a la vista lejana de la luces de la costa de Málaga, Marbella o Fuengirola nos desplazábamos surcando una mar casi plana a 6 nudos rumbo a Estrecho de Gibraltar que alcanzamos al amanecer otra vez sin viento después de una de las navegaciones nocturnas mas agradable de todas las que habíamos realizado.
El mar parecía un espejo cuando iniciamos el cruce del estrecho después de alcanzar el peñón y sortear varios barcos dedicados al bunkering con bandera de
conveniencia fondeados frente a Gibraltar. La bahía de Algeciras la cruzamos mientras los ferrys nos cruzaban por proa y popa, único momento en que la mar se alteraba. Había estudiado las corrientes marea que se producen en el Estrecho de Gibraltar y comprobando la hora y el estado de la marea decidí iniciar el paso que parecía favorable ya que íbamos a motor. Todo marchaba según lo previsto, marchábamos bien aunque algo lento y se acercaba la hora de la comida, dejé a Terenci de guardia y me puse a preparar el racho para la tripulación. Estaba a punto de acabar cuando una vez mas Terenci me llama desde la bañera y me dice que no caminamos, subo a cubierta y efectivamente la corredera indicaba menos de un nudo, como íbamos ya de por sí lentos nos había alcanzado el cambio de corriente, se estaba produciendo el choque del mar con las aguas del océano y las llamadas fileras del estrecho habían aparecido, era como si miles de peces hiciesen hervir el agua produciendo pequeñas olitas y remolinos que impedían el avance del barco, las grandes esloras con potentes motores no lo deben de notar pero los veleros con motores de pequeña potencia del frena de una manera brutal, detrás venían varios veleros que como nosotros tenían la misma dificultad de avance. Unos momentos después observé que junto a la costa varias motoras parecían estar fondeadas y pescando, el agua parecía calmada. Caímos a estribor hasta alcanzar a unos cientos de metros aquellas aguas tranquilas y comenzamos a caminar a cuatro nudos, la procesión de barcos que nos seguía optaron por la misma solución y uno tras otro comenzaron a seguirnos y poco después a adelantarnos poco a poco porque nuestro motor rendía poco, no me explicaba cual era la razón pero a régimen de crucero solo alanzaba los cuatro nudos y acelerar mas era una mala solución por lo que dejé que los otros veleros nos pasasen franco por babor sin interferir en su rumbo mientras que una decena de metros hacia tierra pescaban tranquilamente los lugareños en su fiesta dominical. Alcanzar la punta de Tarifa fue emocionante, lástima que no hubiese sido a vela, pero aunque menos lucido fue interesante, era el punto mas cercano a la costa de marruecos, la mas meridional de España y la flota de veleros que nos había adelantado y los pocos que aun quedaban por popa comenzaban a caer a babor en busca de Cabo Espartel y su nueva derrota que les llevaría a las Canarias. Nosotros hicimos lo contrario, caímos a estribor para dirigirnos al Puerto de Barbate.
Alcanzamos Barbate ya anochecido, la entrada del puerto es muy amplia y larga, tiene señalizado el canal de entrada y en su interior se ubica el puerto deportivo después de superar una barra poco señalizada que lo separa del puerto pesquero. Por mas que llamamos por radio nadie respondió, así que vimos varios amarres libres y había allí nos dirigimos, la marea estaba baja y los pantalanes flotantes están casi a ras de agua, saltando y largando amarras con la colaboración de Fernando hicimos firme el barco al pantalán. Cuando ya estábamos tranquilos por la parte exterior del muelle nos aparece un hombre en bicicleta que nos informa que pasemos con la documentación por capitanía. Era el vigilante del puerto que nos informó que a esa hora ya no queda nadie a excepción del vigilante, pero nos hace los trámites de entrada y abonamos la factura de una noche de amarre.
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