viernes, 4 de noviembre de 2016

Pasión por la Mar

-A modo de introducción-

Por qué?  pues se pueden manifestar muchas razones para explicar los motivos en el que un día decides que uno de los proyecto de tu vida es hacer una navegación oceánica, cruzar el Atlántico. En principio te gusta el mar, lo sientes, te impresiona, lo respeta, te gusta observarlo y contemplar cuando esta irritado, cuando calma y cuando es generoso contigo y te sientes a gusto con él, poco a poco, un día con prudencia comienzas a navegar y experimentas nuevas sensaciones, sientes respeto y en muchas de las ocasiones te llena de satisfacción y alegrías, otras veces es duro, malvado, se agita y se revuelve, entonces tienes tus momentos de humildad y doblegas tu voluntad a los deseos o la ira del mar.
Tomando la meridiana

Tus primeros pasos navegando suelen ser torpes, aprendes con cada nueva situación, con cada nuevo problema o circunstancia, nunca navegando te conviertes en un experto, siempre hay una nueva situación en la que tienes que estudiar, improvisar, solucionar. Pero siempre en cualquiera de las circunstancias te acompaña las leyes de la física, las fuerzas de las olas y el viento sobre el barco, aprendes los principios de esas fuerzas que hacen que el barco se desplace, que el barco escore y avance, cuando puedes alcanzar la mayor velocidad y cuando el barco está cómodo por el equilibrio de todas esas componentes de fuerzas que influyen en el.

Cuando has tenido esas sensaciones, comienzas a tener seguridad y te aventuras a alejarte de la costa, primero pierdes vista de tierra, te sientes grande, estas tu solo en el universo, todo es mar y cielo, pero al poco tiempo se te queda corto, necesitas nuevas experiencias, asumir nuevos riesgos y entonces decides alejarte un poco mas, un poquito mas y entonces ves  tierra en el horizonte de proa cuando hacia muchas horas que la habías perdido por la popa, ha sido tu primer viaje de altura, ya empiezas a creerte marino. A partir de entonces,  necesitas buscar días para hacer esas derrotas donde pierdes la vista de tierra intentando siempre que la siguiente sea mas lejos que la anterior, permanecer mas tiempo en el mar, sentirte grande en la inmensidad del mar, acondicionar tus días y tu vida a ese mar que a veces te acepta y te gratifica o aquel otro que te humilla y de te dice que es gran grande que tu, mas fuerte que tu, mas importante que tu y que en su inmensidad tu eres insignificante.

No a todos los que navegamos la vida les da las mismas oportunidades, hay marinos profesionales que sacrifican el afecto familiar, y un empleo sin riesgos por dedicarse a lo que es su profesión y que adoptaron por amor, hay navegantes que el deporte les lleva a convertirse en su medio de vida y convierten su pasión en profesión y hay los que teniendo una profesión, una familia y una estabilidad en tierra sueñan con ser como los marinos del XIX unos románticos que con sus rápidos veleros circunnavegaban la tierra creando rutas comerciales y con su amor al mar les llevó a descubrir nuevas tierras, nuevos pueblos y nuevas economías

El Jafam III en el puerto de Badalona
En qué grupo podríamos encajar? la navegación costera y entre islas ya es una rutina, comienzas a leer a otros navegantes, rebuscar en las librerías si hay algún título nuevo, los devora uno a uno y en cada uno de ellos aprendes algo, todos son diferentes, cada caso, cada travesía es una nueva experiencia, sientes la necesidad de utilizar esos conocimientos que a través de la experiencia de otros vas adquiriendo, de ser un buen marino, de llegar a otro continente para sentirte satisfecho y orgulloso de alcanzar nuevas metas. Pero normalmente tienes obligaciones, la familia y el trabajo te impiden realizar tus deseos y estos se aplazan año tras año, el tiempo pasa y entones lo dedicas a preparar el barco para cuando llegue el momento de realizar tu sueño, que llegará, pero ese tiempo de espera es eterno, sueñas con que un día viajas hasta esas islas paradisíacas y conocerás nuevos pueblos, nuevas gentes y entornos naturales que hasta entonces solo existen en tu imaginación. Ese día no llega porque las obligaciones te lo impiden y un día aprovechando unas vacaciones decides que vas a cruzar el Atlántico y te enrolas en un velero que va para las Américas, en ese viaje te das cuenta que no sabias tanto como creías, tenias mucho por aprender aún, todos los libros que has leído no han sido suficientes como para tener el conocimiento de ese nuevo mar que ya es mas grande, que es la mar océano, que los vientos son vientos, pero vientos a veces duros, que a veces hay borrascas y tempestades, pero la experiencia vivida no te desalienta sino que alimenta tus inquietudes y quieres algo mas, quieres asumir tu mismo la experiencia, llega la edad de jubilación, cuando todo deben ser facilidades y aún así ocurren cosas que te obligan a demorar tu aventura.

            A los 67 años llega el momento y yo y Jafam III, fiel compañero desde hace mas de quince años, después de realizar muchas derrotas y preparaciones iniciamos la tan soñada aventura de marino.